En noviembre del año 192 d.C., Cómodo asumió el poder tras la muerte de su padre, el respetado Marco Aurelio. Su mandato se caracterizó por una corrupción desenfrenada que debilitó las instituciones de Roma. Cómodo pronto demostró ser el opuesto de su padre. Ignoró las responsabilidades del imperio, dejando a Roma en manos de consejeros corruptos que abusaban de su posición para enriquecerse.
Cómodo no solo se entregó a placeres desmedidos, sino que también usó los fondos públicos para organizar espectáculos grandiosos. Pasaba más tiempo en la arena como gladiador que en el Senado. Su obsesión con el entretenimiento y su crueldad alienaron a la nobleza y a los ciudadanos, generando resentimiento y descontento en todos los niveles de la sociedad.
Además, Cómodo comenzó a identificarse como Hércules y exigió que los ciudadanos lo adoraran como un dios. Este desvarío llevó a un aumento de los impuestos para financiar su extravagante estilo de vida y sus espectáculos. Roma, una vez símbolo de orden y justicia, se convirtió en un lugar de opresión y caos bajo su gobierno. Finalmente, sus excesos provocaron la conspiración que acabaría con su vida, pero su mandato dejó profundas heridas en el imperio.
Recuerda hoy: Las lecciones del Imperio Romano sobre corrupción nos enseñan que el poder sin responsabilidad destruye lo que tanto ha costado construir.
¡Que tengas un buen día! Bene diem habeas!
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