El 25 de octubre del 135 d.C., durante el reinado de Adriano, se inauguraron nuevos gimnasios en varias ciudades del Imperio. Estos espacios no eran solo para el entrenamiento físico, sino también para el fortalecimiento de la mente. Los romanos entendían que debían buscar el equilibrio entre cuerpo y mente. Un cuerpo fuerte debía estar acompañado de una mente lúcida. En los gimnasios, se entrenaba en lucha, carreras, y levantamiento de pesas, mientras que también se promovía la discusión filosófica y el estudio.
¿Dedicas tiempo a fortalecer tanto tu cuerpo como tu mente? La disciplina física mejora la capacidad mental, y el equilibrio entre ambas es esencial para lograr éxito y bienestar. Para iniciarse en la filosofía romana, es recomendable leer a Séneca, uno de los grandes representantes del estoicismo. Sus obras como Cartas a Lucilio y De la brevedad de la vida son excelentes puntos de partida. Sus enseñanzas sobre la calma ante la adversidad y la importancia de la autoconciencia siguen siendo relevantes hoy en día. En cuanto al gimnasio, distribuye tu plan de entrenamiento por grupos musculares y por días. Por ejemplo: espalda y tríceps, pecho y bíceps, pierna y hombro.
Recuerda hoy que cuidar de tu cuerpo y mente te permitirá afrontar cualquier reto con fuerza y claridad.
¡Que tengas un buen día! Bene diem habeas!
